Padre bueno, nos presentamos a tí en la consciencia de saber que tu eres la respuesta a cualquier necesidad en nuestra vida.
Por una absurda razón tenemos la tendencia a regresar a nuestra antigua manera de vivir, pese a que tu mano amorosa y poderosa nos haya librado de ella.
Danos la voluntad que se requiere para desechar todo lo que nos puede conducir a nuestra antigua condición, sean comportamientos, hábitos, amistades, actitudes, palabras o pensamientos.
Renueva nuestra manera de vivir y ayúdanos a mantenernos en continuo progreso, porque de otra manera no seremos personas de influencia positiva sino por el contrario seremos influenciables.
Gracias por haber oído a nuestra súplica y haberte tomado tu tiempo para indicarnos lo que debemos hacer.
Bendecimos a cada persona que nos rechazó a causa de nuestros padecimientos o nos juzgo por causa de nuestros errores.
También a aquellas que nos llevaron a esas condiciones y ahora somos nosotros quienes quisiéramos poder ser parte de su respuesta y apoyo para salir de ellas.
Queremos ser sanos, pero también aprender a vivir sanos.
La costumbre de sufrir, de llorar, de lamentar, de estar apartados de los demás, de escondernos, de abandonarnos a la depresión y a la angustia son esquemas que deben ser rotos. Sería como bañarse y estar perfectamente sano y limpio para ponerse los harapos que hicieron parte de nuestras miserias.
Es tiempo de aceptar el cambio, de levantar la cara y caminar seguros, de quemar los trapos viejos y despedirnos de las malas costumbres, no podemos regresar a las pocilgas, vestidos con trajes reales.
Que las bendiciones y la transformación que a diario realiza tu Espíritu en nosotros, nos convierta en personas preparadas y fuertes, listas para ayudar a quienes lo necesitan.
Ayuda a quienes aún no han escuchado que tu puedes limpiarlos, a quienes no quieren abandonar el leprosario porque sus costumbres se hicieron tan fuertes que derrotaron sus esperanzas de una vida diferente.