Señor nuestro, tu eres lo más maravilloso que pudimos descubrir en nuestra vida, nuestro mayor bien y tesoro, la alegría de nuestros días y la seguridad para nuestras almas.
Gracias por habernos dado la posibilidad de transformar nuestras vidas a través de las convicciones correctas, por el poder de tu Santo Espíritu.
Renunciamos a todo aquello que un día tomamos como cierto y eran sólo “verdades a medias” que nos hicieron demasiado daño.
Somos inteligentes, hermosos, capaces, dotados de todo lo necesario para cumplir nuestro propósito.
Somos tus hijos, no estamos solos, no estamos desamparados, no va a acontecernos ninguna situación que no seamos capaces de enfrentar con tu ayuda.
Somos de gran valor, comprados a precio incalculable, con el sacrificio de Cristo.
Somos herederos del reino de los cielos y nunca faltará a nuestra mesa el pan, porque tu eres nuestro proveedor.
En ti hallamos paz, amor, redención, compañía, perdón, comprensión, felicidad y esperanza.
Tu eres todo lo que necesitamos en esta y mil existencias más.
Rompe Señor, toda atadura que nos haga sentir despreciables, indignos, incapaces o que nos impida alcanzar aquello que de antemano dispusiste para nuestro futuro.