Te adoramos porque no hay nadie que se te compare, porque eres un Padre que conoce hasta lo más íntimo de nuestro ser, hasta el deseo más escondido de nuestra alma y respondes con bien, para alegrarnos la vida.
Tú eres el gran Yo soy, tú eres el poderoso gigante, tú eres Rey de reyes y Señor de señores, tú eres la fuerza de nuestra vida.
Tu sacias de bien nuestra boca y rejuveneces nuestro interior, cuando nos sentimos desfallecer.
Hemos de celebrar, hemos de cantar con alegría porque nuestro clamor ha sido oído, porque tu respuesta no se hará esperar y tu voluntad será establecido sobre nuestros hogares, sobre nuestras vidas, sobre nuestros trabajos, sobre nuestras naciones y sobre el mundo entero.
Desde los cuatro puntos cardinales, veremos tu salvación manifestarse, veremos tus propósitos cumplirse y tus planes ejecutarse.
Sabemos que en tu buena y perfecta voluntad reside nuestro mayor bienestar nuestro precioso Señor.
Te damos infinitas gracias Padre de bondad.
En Cristo Jesús.
Amén